Orden de Ordenación Académica y Evaluación
STERM-Intersindical recurre la Orden de Ordenación Académica y Evaluación por la situación de la Religión y la Atención Educativa
El 4 de julio la Consejería de Educación publicó una orden que contraviene la legislación estatal. Se resiste a reducir la importancia de la Religión y promueve la conversión de Atención Educativa en una asignatura con carga curricular.
STERM-Intersindical interpuso alegaciones en el Consejo Escolar Regional contra esta Orden, que, desgraciadamente, han sido ignoradas. Ahora continuamos nuestras reivindicaciones, que son mayoritarias en el personal docente de la CARM, con el apoyo de una demanda judicial interpuesta por algunas familias afectadas.
Por una parte, exigimos que se explicite que la nota de Religión, en ningún supuesto, pueda significar un agravio comparativo para quienes no la cursan. Es inasumible la imposición de un modelo de doble expediente, que genera situaciones tan injustas como que las matrículas de honor de ESO y Bachillerato sí tengan en cuenta estas notas —aunque no las de Atención Educativa—. Más aún, cuando esas matrículas de honor suponen la gratuidad del primer curso universitario.
Los vigentes Reales Decretos de nivel establecen que las enseñanzas de Religión “no se computarán en la obtención de la nota media a efectos de acceso a otros estudios ni en las convocatorias para la obtención de becas y ayudas al estudio en que deban entrar en concurrencia los expedientes académicos”. Sin embargo, en nuestra Región se ha decidido deliberadamente obviar estas casuísticas para fomentar la matrícula en esta asignatura y convertir la Religión en la asignatura más favorecida de nuestro sistema educativo. No basta con que los cupos para que salga su asignatura sean menos exigentes, sino que la han convertido en una asignatura decisiva para otorgar becas de forma encubierta.
Los Reales Decretos estipulan las horas mínimas de docencia, de forma que la ampliación de una u otra materia marca las líneas pedagógicas que cada Consejería cree necesarias para el alumnado de su comunidad. Mientras que en toda la Primaria el número de horas mínimas de Religión es de 210 (una hora por curso), según el Real Decreto, nuestra Región asegura hasta 315 horas (una hora y media); en Secundaria, el número mínimo son 140 horas (una hora por curso), y Murcia establece una carga lectiva de 210 (una hora y media). ¿Cómo se explica que la Consejería incremente hasta un 50% las horas destinadas a Religión con respecto a lo propuesto por la normativa estatal? Parecen claras las prioridades que tiene la Administración y el personal de qué especialidades se prefiere contratar.
El caso de Bachillerato es especialmente sangrante, puesto que, aunque se cumple lo establecido por el Real Decreto de 70 horas en toda la etapa, la distribución que ha establecido la Consejería perjudica seriamente al alumnado. Por un lado, que la asignatura de Religión se estructure en dos cursos supone que esta se tenga en cuenta dos veces en la nota media de Bachillerato para la obtención de matrículas de honor, mientras que otras asignaturas como Educación Física, solo son impartidas en primero. Por otro, supone que materias como Lengua Castellana y Literatura tengan una distribución horaria irregular, con cinco horas en el primer curso y tres en el segundo.
Asimismo, hemos recurrido el intento de la Consejería de dotar de carga lectiva a la Atención Educativa. A pesar de que el texto estatal explica que estas horas se dedicarán a la realización de proyectos que favorezcan el crecimiento personal del alumnado, nuestra Consejería ha añadido que deben hacer una defensa del trabajo realizado en, al menos, un proyecto a lo largo del curso. Se trata de un paso más para dotarla de contenido curricular con la finalidad de promocionar la matrícula de Religión. Y en la misma línea para conseguir este objetivo, los equipos directivos reciben presiones de Inspección para que estas asignaturas no se sitúen ni a primera ni a última hora.
Cuando parecía que a nivel estatal por fin se daba un paso hacia adelante y la Religión dejaba de tener un papel relevante en nuestro sistema educativo, la Consejería de nuestra Región ha decidido proteger la asignatura para contentar a los sectores más conservadores, a la Iglesia Católica y a otras confesiones religiosas.
Nuestro compromiso es firme. No basta con que se cumpla la legislación estatal, con que la Religión no compute en ningún aspecto de la vida académica del alumnado y con que la Atención Educativa no se convierta en una asignatura con currículo propio. Eso debe ser lo mínimo. La enseñanza de las creencias religiosas debe estar fuera de las aulas y los recursos que se dedican a ella, destinados a la mejora de nuestra malherida educación pública.
Por una escuela laica, defiende lo público.